Los Testigos de Jehová Calumniados...

"Porque, verdaderamente, en lo que toca a esta secta nos es conocido que en todas partes se habla en contra de ella”.(Hechos 28:22)

Los peleadores contra Dios están perdiendo la batalla
















“De seguro pelearán contra ti, pero no prevalecerán contra ti, porque ‘Yo estoy contigo,’ es la expresión de Jehová, ‘para librarte.’”—Jer. 1:19.

¡PELEADORES contra Dios! No en el sentido de pelear contra las leyes de la creación de Dios, como la ley de la gravitación. Sino peleadores contra Dios en el sentido de pelear contra la organización visible de su pueblo escogido y la obra que él les manda hacer. En tiempos modernos, hombres que respetan profundamente las leyes de la creación descubiertas por la ciencia quizás estén peleando contra el Dios de La Santa Biblia. Para su propia mortificación, están perdiendo la batalla.—Hech. 5:39.

A esos peleadores contra Dios sin duda les parece presunción el que una organización pequeña en la Tierra se considere la organización sobre la cual Dios ha colocado su protección especial para librarla de los que pelean contra él. Pero ¿a qué conclusiones mentales deberían conducirla las experiencias reales de esa organización? La evidencia de 100 años debería conducirla a la conclusión correcta en cuanto a la identidad de la organización que Dios ha escogido y fortalecido para resistir los ataques mundiales hasta ahora. Esta organización pequeña de personas dedicadas entró en el escenario de los asuntos modernos en el nombre de Dios. Toda la evidencia hasta la fecha indica que Dios optó por reconocer y aceptar la organización y que no la ha desechado. La prueba del tiempo, de hasta 10 décadas, ha dado prueba válida de eso.

La experiencia de esta organización se parece a lo que aconteció hace 19 siglos, en tiempos bíblicos. En el Oriente Medio se anunciaba entonces a cierto hombre como el Mesías a quien por largo tiempo se había esperado, el que había sido ungido por Dios para que fuera el Rey de un gobierno que al fin suministraría mando justo a toda la humanidad. La mayoría de la gente siguió a sus líderes religiosos y rehusó creer que él era el Mesías que Dios había prometido. Pero él no era un impostor. No era un Mesías que se hubiera levantado por sus propios esfuerzos, ambicioso de gloria y poder. Dijo a sus opositores: “Yo no acepto gloria de parte de los hombres. . . . Yo he venido en el nombre de mi Padre, pero ustedes no me reciben; si algún otro llegara en su propio nombre, recibirían a ése.” (Juan 5:41-43) El que dijo esas palabras fue Jesús, descendiente del rey David de Jerusalén y, por consiguiente, también descendiente del fiel Abrahán, por medio de cuya descendencia todas las familias de la Tierra habrán de bendecirse.—Gén. 12:3; 22:18; Mat. 1:1-16.

El que Jesús viniera en el nombre de su Padre celestial significó que vino, no de su propia iniciativa, sino como el que había sido enviado por su Padre celestial. De modo que era un hijo que obedientemente tenía que hacer en la Tierra la voluntad de su Padre. Tenía que dar a conocer el nombre de su Padre y traerle honra, no representarlo en falsos colores.

Hasta este mismo día Jesús el Mesías ha demostrado que es el mayor profeta que el Dios de la Biblia ha tenido alguna vez en la Tierra, sin exceptuarse siquiera al legislador Moisés de antes del cristianismo. (Deu. 18:15-19; Hech. 3:22, 23; Rev. 22:18-20) Pero él también estuvo interesado en profecías hechas por un profeta de antes de él mismo de nombre Jeremías.

Jeremías era miembro de una familia sacerdotal que vivía en Anatot, bajo el reino de Judá. Como Jesucristo, Jeremías no vino ni habló en su propio nombre, aunque sobre él caían las obligaciones de un sacerdote levita. Como en el caso de Jesús, el profetizar de Jeremías despertó oposición. Sus opositores, que deseaban matarlo, le dijeron: “No debes profetizar en el nombre de Jehová, para que no mueras a mano nuestra.” (Jer. 11:21) En una ocasión, cuando se sintió desalentado, Jeremías dijo: “No voy a hacer mención de él, y no hablaré más en su nombre.” (Jer. 20:9) Pero se halló tan enardecido por la palabra de Dios que no pudo dejar de proclamarla. Sus profecías se cumplieron cuando Jerusalén fue destruida en 607 a. de la E.C., y no obstante los judíos sobrevivientes que estaban empeñados en seguir sus propios caminos le dijeron: “En cuanto a la palabra que nos has hablado en el nombre de Jehová, no te estamos escuchando.” (Jer. 44:16) Con el tiempo aquellos peleadores contra Dios tuvieron que aceptar las consecuencias.

Con razón 40 años antes, en 647 a. de la E.C., Jehová tuvo que decirle a Jeremías, entonces un joven: “Tienes que . . . hablarles todo lo que yo mismo te mande. No te sobrecojas de terror alguno a causa de ellos, para que yo no te infunda terror delante de ellos. Pero en cuanto a mí, aquí he hecho de ti hoy una ciudad fortificada y una columna de hierro y muros de cobre contra todo el país, para con los reyes de Judá, para con sus príncipes, para con sus sacerdotes y para con la gente de la tierra. Y de seguro pelearán contra ti, pero no prevalecerán contra ti, porque ‘Yo estoy contigo,’ es la expresión de Jehová, ‘para librarte.’”—Jer. 1:17-19.

Piense en la resistencia que Jeremías tuvo que ofrecer, el aguante que tuvo que exhibir... ¡por más de 40 años! Fue uno de los voceros de Jehová a quienes el discípulo cristiano Santiago dirigió nuestra atención al decir: “Tomen por modelo de sufrir el mal y de ejercer paciencia a los profetas, que hablaron en el nombre de Jehová.” (Sant. 5:10) El que Jeremías se recordara a sí mismo constantemente que no había venido en su propio nombre, sino que hablaba en el nombre de Jehová, lo fortaleció para mostrar aguante y derrotar el propósito de sus atacantes, que en realidad estaban peleando contra Dios. Jehová no le infundió terror a Jeremías delante de aquellos agresores, pues Jeremías no permitió que la apariencia y cantidad amenazantes de ellos le infundieran terror. Eso fue excelente para hace 26 siglos, pero ¿tenemos algo que duplique esto hoy día... una ilustración moderna? ¡Sí, la tenemos!

UNA MODERNA CLASE DE JEREMÍAS

No queremos decir que Jeremías mismo haya vuelto a la vida mediante una resurrección de entre los muertos. Eso fue lo que pensaron algunos israelitas del primer siglo en cuanto a Jesucristo porque vino en el nombre de Jehová y aguantó tanta oposición religiosa allí en Israel. (Mat. 16:13, 14) Hoy queremos decir alguien que fue prefigurado o tipificado por el Jeremías de la antigüedad. Pensamos en el siervo o esclavo acerca de quien Jesucristo habló en su profecía tocante a “la señal de [su] presencia [o parusía] y de la conclusión del sistema de cosas.” (Mat. 24:3) Hoy, los estudiantes alertos de la Biblia ven la “señal” de la presencia, o parusía, del glorificado Jesucristo en poder del Reino celestial. Por lo tanto, el siervo o esclavo debería estar ahora aquí en la Tierra para completar la “señal” en todos sus detalles. En Mateo 24:45-47 Jesús dijo:

“¿Quién es verdaderamente el esclavo fiel y discreto a quien su amo nombró sobre sus domésticos, para darles su alimento a su debido tiempo? Feliz es aquel esclavo si al llegar su amo lo hallare haciéndolo así. En verdad les digo: Lo nombrará sobre todo lo suyo.”

El “esclavo” aquí predicho no podría ser un cristiano individual, pues, en tal caso, tendría que tener más de 1.900 años de edad para ahora. El “esclavo” tiene que ser la entera congregación cristiana compuesta de los 144.000 discípulos que han sido engendrados por medio del espíritu de Dios para llegar a ser coherederos de Jesucristo en su reino celestial. Esta clase del “esclavo” tuvo su comienzo en el día de fiesta del Pentecostés en el año 33 E.C. La parte original de la clase del “esclavo” vino a existir cuando el glorificado Jesucristo fue utilizado para derramar el espíritu santo sobre los discípulos (unos 120) que aguardaban congregados en Jerusalén. El hecho de que esta clase del “esclavo” entonces recién creada fue nombrada entonces para dar alimento espiritual al debido tiempo a los domésticos del glorificado Jesucristo el Amo está demostrado por una realidad sobresaliente. ¿Cuál es ésta?

Todos los que entonces fueron ungidos con el espíritu santo empezaron a hablar en lenguajes extranjeros desconocidos hasta aquella ocasión y a hablar acerca de “las cosas magníficas de Dios.” (Hech. 2:1-11) Inmediatamente después de aquello, 3.000 judíos y prosélitos con hambre de la verdad fueron alimentados con alimento espiritual al debido tiempo y llegaron a ser cristianos bautizados, engendrados por espíritu, domésticos del Amo Jesucristo.—Hech. 2:14-42; Mat. 24:45.

Aquellos cristianos engendrados por espíritu del primer siglo murieron, pero en los siglos desde entonces se han agregado miembros a la congregación del “esclavo,” todos los cuales han estado aguardando la “presencia” del glorificado Amo Jesucristo en poder del Reino. Desde el año 1914 ha aparecido la “señal” y ha llegado a ser constantemente más impresionante, en verificación de que la presencia del Amo en poder del Reino empezó al cierre de los Tiempos de los Gentiles en 1914. (Luc. 21:24; Dan. 4:16, 23, 25, 32) Desde entonces, ningún período de solo 63 años ha visto a toda la humanidad plagada de tales guerras internacionales, trastornos políticos, acompañados de tantos terremotos, pestes de proporciones de pandemia, escaseces de alimento con los precios de los alimentos en aumento vertiginoso, estallidos de desafuero, y opresión y persecución desamorosas a la clase del “esclavo” de Cristo en todo el mundo. Verdaderamente, este período entre la I Guerra Mundial de 1914 y ahora permanece sin paralelo histórico. Debería tener significado de importancia mundial. ¡Lo tiene! Jesucristo, el profeta de Dios mayor que Moisés, explicó proféticamente lo que significaría. ¿Qué?

¡Que su “presencia,” o parusía, ahora está en vigor desde 1914 y que el fin de este sistema de cosas está cada vez más cerca!

El período de la “presencia” de Cristo es el tiempo en que él juzga a los miembros de la congregación del “esclavo” que fue nombrada hace 19 siglos para alimentar a sus domésticos con alimento espiritual a su debido tiempo. (Mat. 24:45-47; 25:14-30) De modo que el resto final de la clase del “esclavo” engendrado por espíritu debería estar ahora aquí en la Tierra y estar arrostrando juicio. Su fidelidad y sabiduría espiritual en el servicio del Amo determinan si merecen ser puestos a cargo de todo lo que le pertenece a su Amo. También, puesto que nuestros tiempos corresponden con los días de Jeremías el profeta de Jehová, es lógico que haya una clase semejante a Jeremías hoy día, que venga en el nombre de Jehová. ¡La hay! Se compone del resto aprobado de la clase del “esclavo.” ¡Y hasta ahora los que son peleadores contra Dios no han prevalecido contra ella!

Remontémonos unos 100 años en el pasado... a 1877 E.C. Para ese tiempo las sectas religiosas de la región de la cristiandad se habían multiplicado muchísimo. Sin embargo, en ese tiempo había una congregación pequeña de estudiantes dedicados de la Biblia en Allegheny (que ahora forma parte de Pittsburgo), Pensilvania, EE. UU. Esta congregación se divorció por completo de los sistemas religiosos de la cristiandad, la cual entonces estaba siendo atacada por la teoría de la evolución, la llamada Alta Crítica y el materialismo. Dentro de aquella congregación pequeña de Allegheny el estudio no sectario de la Palabra inspirada de Dios despertó un sentido impulsor de urgencia. Un anciano de aquella congregación vio la importancia de publicar una nueva revista que defendiera las doctrinas fundamentales, subyacentes, de la Santa Biblia. Decidió utilizar su caudal material a favor de esto. De modo que en julio de 1879 fundó la revista deseada, y él mismo fue el editor y publicador. Esta revista le plantearía un problema al sistema de cosas mundial, en particular a la cristiandad. Se intituló “Zion’s Watch Tower and Herald of Christ’s Presence” (“La Torre del Vigía de Sión y Heraldo de la presencia de Cristo”). Su editor y publicador fue el abnegado estudiante de la Biblia Charles Taze Russell.

Este editor y compañeros que contribuían a la nueva revista y la congregación que la apoyaba entraron en el escenario del mundo en el nombre del Dios de Jeremías, el que sirvió de sacerdote en la antigua Sión. La Biblia dice repetidas veces que la Sión del tiempo de Jeremías era la morada del Dios de Jeremías. (Sal. 74:2; 48:1, 2) La designación de la revista, “Watch Tower” (Torre del Vigía, o Atalaya), tenía que ver con el texto bíblico que se citó en la página del título: “Atalaya, ¿qué hay de la noche?” “Viene la mañana.” (Isa. 21:11, 12, Authorized Version) Esto sugería el propósito que cumpliría la revista con relación al cumplimiento de las profecías bíblicas. Pero en la página 2 del segundo número de la revista (Volumen 1, número 2), en la parte superior de la primera columna se publicó el encabezamiento: “¿Desea usted la ‘Zion’s Watch Tower’?” Bajo este encabezamiento, decía el párrafo tres:

“No se imagine que estos comentarios son una súplica por dinero. No. ‘Zion’s Watch Tower’ tiene, según creemos, a JEHOVÁ como su apoyador, y mientras éste sea el caso nunca mendigará ni hará petición a los hombres por apoyo. Cuando Aquel que dice: ‘Todo el oro y la plata de las montañas son míos,’ deje de proveer los fondos necesarios, entonces entenderemos que habrá llegado el tiempo de suspender la publicación.”

ADELANTE EN EL NOMBRE DIVINO

No cabe debatir el punto. El publicador de Zion’s Watch Tower and Herald of Christ’s Presence entró en la arena mundial de la actividad religiosa en el nombre de JEHOVÁ, tal como lo hizo el profeta Jeremías de la antigüedad. De modo que, entonces, ¿dejó de proveer Jehová los fondos necesarios para la publicación continua de esta revista? ¡La respuesta a esta pregunta es obvia por el hecho de que nunca, desde julio de 1879 hasta ahora, a pesar de ser proscrita en diversas ocasiones en diversos países, suspendió su publicación o perdió siquiera un solo número esta revista!

Hoy la revista La Atalaya ha aumentado su tirada desde 6.000 ejemplares iniciales mensualmente en un solo idioma (inglés) a una tirada quincenal de 9.800.000 ejemplares en 79 idiomas. Hoy, desde el número del 1 de marzo de 1939, esta revista se ha intitulado “La Atalaya anunciando el reino de Jehová.” También, hoy tiene una revista compañera intitulada “¡Despertad!,” impresa por la Sociedad Watchtower Bible and Tract de Nueva York, Inc., en 33 idiomas y con una tirada media de 8.900.000 ejemplares.

Desde su número del 1 de enero de 1926 la revista La Atalaya hizo del poner en gran prominencia ante todo el mundo el nombre del Dios de la Biblia, Jehová, su esfuerzo especial. Fue lógico entonces que, cinco años después (en 1931), aquellos cristianos dedicados y bautizados que aceptaban la revista como su publicación oficial abrazaran el nombre que se basa en Isaías 43:10, a saber, testigos de Jehová. No es extraño que ese venir y hablar en el nombre del Dios de Jeremías desde 1879 en adelante impusiera una obligación en los que publicaban y apoyaban a la revista La Atalaya y publicaciones relacionadas. ¿Cuál? La de proclamar a toda la humanidad lo que Jehová había declarado en la Santa Biblia. Esto se asemejaba a la responsabilidad que se le impuso a Jeremías, a quien Dios dijo:

“Y en cuanto a ti, debes ceñirte las caderas, y tienes que levantarte y hablarles todo lo que yo mismo te mande.”—Jer. 1:17.

La organización cristiana de testigos de Jehová ha reconocido su obligación en ese sentido y continuamente se ha esforzado por cumplirla. No solo publican la Biblia completa en varias traducciones, sino que también publican y hacen circular libros encuadernados, folletos y tratados que explican la Palabra escrita de Jehová en su totalidad, es decir, “todo lo que yo mismo te mande.” Hasta este día no se han retenido de hacer esto.

Jesucristo, como profeta mayor que Jeremías, trazó la obra principal para sus discípulos cuando dijo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones.” También: “Por lo tanto vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre [Jehová] y del Hijo [Jesucristo] y del espíritu santo, enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado. Y, ¡miren! estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas.”—Mat. 24:14; 28:19, 20.

Este trabajo que ordenó el Hijo de Dios, Jesucristo, ha sido promovido por los testigos cristianos de Jehová por todo el globo terráqueo en 216 países y grupos insulares en 194 idiomas. Los hombres que se oponen a ellos en esta obra que se hace por mandato u ordenación divina se convierten en realidad en peleadores contra Dios. Al proceder así, están peleando en una batalla en la que resultarán perdedores. Persisten con desesperación en pensar que prevalecerán contra la pequeña clase ungida de Jeremías y sus compañeros leales. ¡Pero Jehová nos ha dado su Palabra de que jamás prevalecerán! (Estadisticas del año 1978)

Fuente de la información:
*** w78 15/2 págs. 12-18 Los peleadores contra Dios están perdiendo la batalla ***

1 comentarios:

Anónimo miércoles, septiembre 16, 2009 8:25:00 p. m.  

qué hartera dan páginas como estas, defendiendo lo indefendible

gracias a Jehová existe Internet para que los Testigos, que no pueden ventilar sus reales opiniones en sus congregaciones porque te expulsan por ser apóstata

se me olvidó que el perfecto testigo es el que le dice sí y amén a todo lo que salga en la Atalaya y a toda la manipulación de los ancianos que son nombrados por espíritu santo

¿por espíritu santo o por ser los perfectos jaladores sobachaquetas?

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¿Son los testigos de Jehová una secta peligrosa?


SE ACUSÓ a Jesucristo de ser borracho, glotón, violador del sábado, falso testigo, blasfemo y mensajero de Satanás. También se le inculpó de subversión. (Mateo 9:34; 11:19; 12:24; 26:65; Juan 8:13; 9:16; 19:12.)

Después de la muerte y resurrección de Jesús, sus discípulos fueron de igual modo el blanco de graves acusaciones. Una muchedumbre arrastró a un grupo de cristianos del siglo primero ante los gobernantes de la ciudad, clamando: ‘Estos hombres han trastornado la tierra habitada’. (Hechos 17:6.) En otra ocasión, se llevó al apóstol Pablo y a su compañero Silas ante las autoridades y se les acusó de turbar muchísimo la ciudad de Filipos. (Hechos 16:20.)

Más tarde se acusó a Pablo de ser “un individuo pestilente [...] que promueve sediciones entre todos los judíos por toda la tierra habitada”, así como de querer “profanar el templo”. (Hechos 24:5, 6.) Los judíos principales de Roma reflejaron con exactitud la situación de los seguidores de Jesús cuando reconocieron: “Porque, verdaderamente, en lo que toca a esta secta nos es conocido que en todas partes se habla en contra de ella”. (Hechos 28:22.)

Está claro, pues, que había quien consideraba a esa nueva comunidad fundada por Jesús como una agrupación religiosa con ideas y prácticas radicales que chocaban con el comportamiento social aceptado entonces. Sin duda, muchas personas de hoy hubieran considerado a los cristianos una secta destructiva. Los opositores eran con frecuencia miembros eminentes y respetados de la sociedad, lo que daba más peso a sus acusaciones. Muchos creyeron las acusaciones lanzadas contra Jesús y sus discípulos. No obstante, como probablemente sepa, cada uno de esos cargos era falso. El hecho de que la gente dijera esas cosas no las hacía verdaderas.

¿Y hoy día? ¿Sería exacto referirse a los testigos de Jehová como una agrupación religiosa con ideas y prácticas que chocan con la conducta social aceptada? ¿Son los testigos de Jehová una secta peligrosa?